viernes, 12 de septiembre de 2008

Nosotros los cartagineses (Manuel Zapata)


Ahora que se pretende reformar el Estatuto de Autonomía, no vendría mal empezar por la punta, por el principio, y cambiar la desafortunada denominación de nuestra Comunidad, dentro de un estatuto que podríamos calificar con el término autóctono de borde. Y me explico:
Según los diccionarios murcianos al uso, la palabra borde tiene dos acepciones: una, bastardo, espurio, que degenera de su origen o naturaleza; y otra, perverso, de mala índole. Al Estatuto de Autonomía para la Región de Murcia, aprobado por ley orgánica 4/1982, de 9 de junio, creo que se le pueden aplicar perfectamente en toda su extensión las acepciones arriba referidas y definidas. El Estatuto empieza su enunciado de esta forma: «La Región de Murcia, entidad histórica perfectamente definida dentro de España...». Expresión que te deja perplejo, porque ¿de dónde sale el engendro de que la «Región de Murcia» haya sido con anterioridad entidad histórica alguna, o de alguna otra naturaleza?
En su segunda acepción el Estatuto rezuma rabioso centralismo, y es muy ofensivo para todo aquello que genéricamente no pertenezca a Murcia. Un baldón para el resto de entidades que conforman el marco de la Comunidad con su pasado glorioso y espléndido; entidades históricas que quedan aplastadas y suplantadas bajo el peso y la denominación de Murcia. Un desafuero increíble. Es de una lógica aplastante que las poblaciones y sus demarcaciones deben quedar perfectamente diferenciadas. Murcia es la ciudad de Murcia y su entorno, pero de ningún modo es, por citar un ejemplo, Cartagena, Lorca, Yecla... No hay razón alguna ni divina ni humana para suplantarlas. Es evidente y de justicia que hay que buscar una denominación común que las aglutine a todas, sin que bajo alguna circunstancia ninguna de ellas pierda su individualidad y personalidad.
Veamos como resolvieron este problema dos comunidades autónomas que accedieron también en su día como comunidades uniprovinciales: Santander y La Rioja. Santander se constituyó en 1981 en Comunidad Autónoma bajo la denominación de Cantabria, en referencia a unos antiguos moradores, denominados cántabros, que se extendían por Santander y el País Vasco, y que opusieron una tenaz resistencia a la conquista romana. Por su parte, Logroño, accedió a Comunidad Autónoma con el nombre de La Rioja, y debe su denominación a la comarca del río Ebro La Rioja que se extiende por Logroño y Álava.

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